Os publico la entrada del sábado, tal como quedó escrita.
Por supuesto hoy el día ha sido diferente.
Ya no había quirófano, y creo que me he levantado un poco
duro de ánimo, para evitar irme poniendo blando a lo largo del día.
Después de recoger las cosas del hospital, me he ido al
mercado con Claire, Meritxell, Cristina y Marta.
Como aunque llevamos aquí dos semanas, no conozco nada de
Mondou, me ha sorprendido mucho el mercado. Me ha recordado a los bazares de
Estambul o El Cairo, todo eran callejuelas llenas de tiendas agrupadas por
especialidades, verduras, especias, telas, vestidos, carne (increíble olor) y
pescado (que hacía agradable el olor de la carne).
Las chicas, empeñadas en comprar telas africanas, han
mareado a todos los vendedores del mercado, un número ingente, para al final,
como siempre, no encontrar nada que las convenciera.
Hemos vuelto a la Misión y hemos pasado visita a todos los
pacientes. He curado a algunos que Marta quería que revisara las heridas, y la
mayoría se han puesto a hacer cola en la sala de curas. Creo que tenían un poco
de pelusa.
Me han dicho que había problemas porque los últimos en
llegar del hospital no tenían ningún lugar donde acomodarse, pero en esto
Mondou es igual que Madrid, aquí no hay que mande un paciente a su casa: que si
viven muy lejos, que no tienen nadie que los cuide, que no se encuentran bien
del todo…. Misión imposible.
Siendo objetivo: muy buenas sensaciones. Los pacientes en
general están muy bien, contentos, y es muy reconfortante recibir su
agradecimiento, sus sonrisas y sus apretones de manos. Algunos han aprendido a
decir “buenos días” o “muchas gracias” en castellano.
Lo más importante es que el objetivo principal está
conseguido. Estas “niñas perro” que nos encontramos al llegar estarán de pie y
caminando en unos meses.
Por la tarde teníamos la cena-fiesta.
Sensaciones confusas.
Han montado como un cuadrado de sillas en el patio para los
invitados, unos 60. Nosotros, gente del hospital, misioneros, y gente que no
conocía de nada.
Los más importantes teníamos unas mesas bajas delante y los
demás no.
Han servido la cena, mientras todos los niños y sus familias
veían como nos poníamos como el quico.
Eso no me ha gustado.
Los niños, todo el rato nos llamaban: Claire, Pedro, Xavier,
porque tenían ganas de jugar. Si les hacíamos caso y se acercaban, pues venían
los camareros y los alejaban. Eso tampoco me ha gustado.
Después del postre, todos los niños operados nos han cantado
dos canciones. Lastima que no pueda subir aquí videos (por la velocidad de la
conexión), ha sido chulísimo. Eso SI me ha gustado.
Después Ismael, un hombre joven que operé de una secuela de
una fractura de fémur ha leído un discursillo, dándonos las gracias por haber
venido a tratarlos.
Le tengo mucho cariño y ha sido bastante emocionante.
Por último, a todos los miembros de la expedición nos han
hecho un regalo: camisas para los hombres y vestidos para las mujeres.
Nos los hemos puesto y la carcajada del publico ha sido
general.
Esto también me ha gustado, aunque podéis haceros vuestra
propia opinión:
Había dejado para el final hablar de mis dos chicas
favoritas: Cristina y Meritxell.
Meritxell vive en Ibiza, y trabaja haciendo sustituciones,
creo que con mayor frecuencia en cuidados paliativos. Cristina vive en
Barcelona y es enfermera de primaria.
Cristina, aunque vive en Barcelona, es cómo yo de un pueblo
pequeño, cuya patrona santa Margarita, se celebra el día 20 de Julio (día de mi
cumpleaños). Curiosamente, su familia se dedica a la cría de ganado vacuno,
como la mía.
Meritxell, aunque vive en Ibiza es de Reus. Tiene un novio
que se llama Gabriel, y se ha pasado todo el viaje comprándole cosas. Dice que
quiere tener 3 hijos, aunque no se si esto lo sabe su novio (ahora ya sí,
claro).
Las dos son superdivertidas. Meritxell es un poco más alternativa,
y Cristina más formal. Y las dos son la razón de que a pesar de la dureza del
trabajo de cada día, haya disfrutado como un enano estas dos semanas y me haya
reído muchísimo.
Cuando se planificó la expedición Cristina venía a
instrumentarnos a los traumatólogos y Mertitxell a ayudar a los anestesistas,
pero como estábamos Siniki y yo y hemos trabajado prácticamente siempre en los
dos quirófanos a la vez, pues las dos han tenido que hacer de instrumentistas.
Quiero que todos sepáis, que no sólo han trabajado como
auténticas burras para ordenar el almacén de material de la Misión, para que
cada día estuviese todo el instrumental preparado para hacer 10 o más
intervenciones, es que además lo han hecho PERFECTO.
Han llevado el machismo con el que el personal del hospital
las trataba cada día con una gran dignidad y una buena dosis de buen humor y
tengo que valorar su labor como instrumentistas como de Sobresaliente.
Pero lo que más valoro de todo, es que he conocido a dos
nuevas amigas.
Y ahora por fin ha llegado el momento de regresar.
Mañana a las 8 y media, salimos hacia D’jamena. 9 horas de
viaje.
A las doce de la noche cogemos el avión hasta Paris, y desde
allí cada uno a su casa.
Han sido dos semanas agotadoras. He dado todo lo que se y
todo lo que he sido capaz de dar, pero también he aprendido muchas cosas.
He aprendido como se disfruta de detalles, a reconocer el
agradecimiento y reconocimiento sinceros, y sobre todo he aprendido, viviendo
entre gente que no tiene nada, a valorar de otro modo lo que tengo.
Sin vuestra compañía esto, probablemente hubiese sido un
infierno. Gracias a los incondicionales del blog y a todos los que en algún
momento leyendo estas páginas me habéis hecho compañía. Esta tarde he visto que
llevaba más de 6000 visitas y os puedo asegurar que eso anima bastante el
corazón.
Me despido por ahora, pero dejo la luz encendida, porque
probablemente nos volvamos a ver el año que viene.
Y es que tenéis que entender, que una vez conocidos, uno ya
no puede echar en el olvido estos niños.
BESOS Y HASTA SIEMPRE